El 23 de abril de 1929 se celebraba el noveno aniversario de la creación del parlamento turco. El fundador de la república, Mustafa Kemal, decidió regalar ese importante día a los niños del país como símbolo de la esperanza en el futuro. Turquía se convirtió en el primer país del mundo en tener una fiesta oficial anual dedicada a los niños. Desde entonces es uno de los días más celebrados del año.
El 23 de abril los niños son invitados a tomar los asientos del parlamento, así como el del presidente, el primer ministro, los gobernadores provinciales y los alcaldes. La sesión del parlamento ocupado por los niños se dedica a debatir temas relacionados con la infancia, la educación y el deporte. Es un día para ver a los niños actuando como mayores en lugar del habitual espectáculo de mayores comportándose como niños. Al final de las sesiones se aprueban resoluciones legislativas que afectan a los niños y que se han reservado para ese día. Las leyes son firmadas por un niño y tienen plena validez. Lo mismo sucede en los despachos de los otros altos cargos y los niños firman decretos y órdenes.
Por todo el país se celebran fiestas en hoteles, centros comerciales y lugares públicos donde están invitados todos los niños y se reparten refrescos y limonada. Antiguamente los niños se vestían con trajes de fiesta, aunque es fácil imaginar lo poco que duraban las corbatas en los cuellos de los niños o los zapatos de tacón en los pies de las niñas.
Con anterioridad al 23 de abril, los colegios e institutos organizan competiciones y festivales para conmemorar el día de los niños. La culminación de esas actividades tiene lugar durante el día de la celebración con desfiles y representaciones en plazas y estadios deportivos por toda Turquía. Como en todas las fiestas nacionales, la gente cuelga banderas de los balcones y los edificios oficiales, hoteles, sedes de corporaciones, etc, hacen lo propio colgando enormes banderas que cubren buena parte de sus fachadas.
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