Al final del Valle de Ihlara encontramos la mayor iglesia de Capadocia. Está excavada en la roca de una montaña que se eleva sobre el valle y sus dimensiones son sorprendentes. Las pinturas de hace mil años todavía pueden apreciarse y el paisaje desde las ventanas y balcones de sus numerosas estancias es memorable. Un verdadero laberinto que podemos recorrer mientras imaginamos la curiosa vida que llevaron allí sus habitantes.
Capadocia fue habitada desde los inicios de la civilización; hititas, asirios, persas, griegos, romanos, bizantinos y turcos vivieron sucesivamente en estas tierras de paisaje único. En el siglo VIII se comenzó en Selime el enorme complejo que prácticamente ocupa todo el interior de la montaña. Los primeros cristianos buscaron el refugio y la protección que les ofrecían la roca y la elevación del lugar. De hecho, algunos guías lo llaman el castillo de Selime aunque el lugar era sobre todo un monasterio. Cuando nos disponemos a ascender por el empinado acceso, comprendemos la dura tarea que se presentaba quienes quisieran atacar aquella comunidad. Esa seguridad trajo prosperidad a Selime y el pueblo sigue existiendo hoy en día.
Cuando llegamos arriba encontramos tres niveles de cuevas y estancias comunicadas por corredores, todo ello excavado en la blanda roca que caracteriza a Capadocia. En la parte más baja encontramos las dependencias de vida de los habitantes y los monjes. También allí veremos la enorme catedral. En la parte superior están las defensas, con almenas y trincheras que protegían a los defensores de la montaña.
La catedral de Selime es la mayor iglesia de Capadocia. Tiene dos filas de columnas con arcos que dividen el espacio en tres naves con frescos bastante deteriorados. El templo debió estar dedicado a la Virgen y por ello, las pinturas representan la Anunciación, la Ascensión y a la propia Virgen María. En realidad, por todas las estancias encontramos restos de frescos, aunque muchos de ellos están cubiertos por sucesivas capas de hollín de las hogueras.
Si viajamos con niños, hay que prestarles atención porque el lugar es escarpado y tiene muchas escaleras que suben a zonas desde las que luego resulta complicado bajar. Tampoco hay protecciones en las ventanas y miradores, lo que nos permite admirar el conjunto tal como lo hacían sus habitantes pero al mismo tiempo requiere que tengamos precaución.
En la parte de abajo de la montaña, junto a la carretera, está el cementerio con la tumba del Sultán Selime. Se trata de un curioso edificio octogonal con una cúpula cónica pero en realidad nunca recibió los restos de un Sultán. Se trata del mausoleo de Alí Pashá, un importante gobernador Seljúcida que nos recuerda la llegada de los turcos a Anatolia precisamente por Capadocia, desde donde fueron extendiéndose a costa de los bizantinos.
Como siempre que hablamos de Capadocia, conviene recordar que el clima de esta región es muy extremo. Hace mucho calor en los meses de verano y es habitual la nieve durante el invierno.
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http://www.viajes.net/europa/turquia/capadocia/turismo/selime
http://www.newgoreme.com/about-turkey/37/Cappadocia/Selime-monastery.html
http://www.cappadociaturkey.net/selime.htm